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martes, 31 de mayo de 2011

La espera - Ana Vidal (Anita Dinamita)




Me coloqué en la entrada para verlos, esa es la razón por la que me gusta ser la primera, para observar a las personas mientras van llegando.
El que se acerca primero va contando palabras con los dedos, hasta que llega al 99, va de la mano de una que no se decide sobre si sus palabras son exactas o muy bellas. Más atrás llega otro que lleva un libro atado a una correa y de vez en cuando lo intenta calmar y le limpia las babas que chorrea cuando pasa junto a los viandantes, les sigue otro con capa y cara de cuentista acompañado de una caja con uno dentro y muchas flechas.
Por otra calle avanza un bárbaro con prólogo y epílogo, y una muchacha que camina dentro de una pecera, entre burbujas se la oye decir “no me vengas con historias”. A lo lejos veo una que lleva una mochila y un estuche de colegio, está aprendiendo, y otra que acude escondida bajo las faldas de la mesa camilla, la misma mesa de cuando éramos niños.
Por el otro lado de la calle viene uno con su espada y un microscopio, con el zoom apunto, un niño en la maceta de un cactus emborronando cuentos, y uno con un montón de sombreros tratando de tapar su asterisco, infructuosamente.
Aparecen otros al fondo de la calle, uno parece tener mala cara, no acude en muy buen estado, y detrás viene otra con su arcón mágico, le siguen un montón de ranas junto a la rana mayor y una que no para de mirar el reloj, como contando el tiempo, sin darse cuenta de que el tiempo lo cuenta el mundo, en un solo grano de arena.
Más lejos vislumbro a uno que trata de buscar la luna por si encuentra algo nuevo o viejo debajo. Y una que tiene muchas cartas en la mano, pero no se decide a echarlas al buzón porque no llevan sellos. Uno que es muy propio y se parece más a su hija que su hija a él acompaña, sin darse cuenta, a Lola, que no necesita presentaciones porque la calle se deshace a su paso. Llega el olor del chocolate de una de las últimas, con cara de bruja, que aparece por la esquina y a la que sigue una que lleva paquetes al por mayor ¿no se dijo que uno, solo uno? Y por último veo a una rioplatense que viene cantando “Asturias, patria querida” ¿qué habrá desayunado?
Hay uno que no había visto nunca pero descubro que también viene porque de los bolsillos va perdiendo relatos, o más bien los relatos le van perdiendo a él.
Todos van al mismo sitio, están locos si no se dan cuenta de que todo el mundo les mira, de que van sembrando historias a su paso y que la gente va a perderse entre ellas sin darse cuenta.
Y yo les miro, desde aquí, con mis zapatillas de andar por casa, esperando sus abrazos, uno por uno.

***

"Leí este relato en la Megaquedada de Microrrelatistas el pasado 14 de mayo, en la Librería Tres Rosas Amarillas, nos conocimos más de 30 microrrelatistas en persona, porque ya nos conocíamos en el plano virtual. Fue un día emocionante, y la emoción perdura... esperemos que hasta el próximo encuentro que espero sea pronto.
Me deshago en agradecimientos a todas las personas que acudieron, las que cito aquí y las que no cito y también a las que no pudieron venir y echamos en falta, que no puedo citar porque son demasiados, para la próxima estaremos más!"


Le ha tocado a Sandra en el sorteo.




Blog de Ana Vidal: Relatos de andar por casa





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